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domingo, 25 de agosto de 2013

En proceso de negociaciones de paz...lo electoral cuenta

En La Habana, Cuba, con altibajos o no, se viene adelantando el proceso de negociaciones entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC. Para nadie es un secreto que hay un componente electoral, pero en el asunto hay mucho ruido y pocas nueces.
El senador John Sudarsky ha estado trabajando en el tema, por eso queremos retomar su columna publicada en el diario El Tiempo, donde presenta algunos "problemas a la vista sobre la propuesta electoral de las FARC". Los estudiosos del tema pueden consultar más detalles en el site del senador o hacer los comentarios en este blog que, precisamente, es un espacio de discusión de los procesos políticos.

Esta es una columna de opinión publicada el 21 de agosto de 2013 en la página 17 (versión impresa)

"Las Farc proponen sustituir la Cámara de Representantes por una cámara territorial. Cada departamento tendría cuatro representantes que se elegirían de igual forma que hoy en día, con voto preferente de listas de partido, con todos los vicios de clientelismo y corrupción actuales.
La disyuntiva aquí es si los representantes se elegirían por listas de partido o por candidatos únicos por partido en territorios subdepartamentales, a lo cual he hecho referencia en mi propuesta de un sistema electoral mixto con opción de distritos uninominales. Esta alternativa permite que los habitantes del territorio sepan quién es su representante y llamarlo a cuentas (la representación).
En la propuesta de las Farc, la Cámara se compondría de 132 representantes por departamentos, más 20 curules para tratar de proporcionar la relación entre votos y curules (la proporcionalidad) en departamentos con mayor población. Trae otros elementos como cinco curules para cada una de las tres poblaciones especiales, dos para residentes en el exterior y una circunscripción de paz en la cual las Farc determinarían sus representantes en número y modo al momento de la firma de los acuerdos.
¿Qué sucede con la proporcionalidad? ¿Cuántos habitantes se representarían por curul? La población total del país, dividida por 132 curules, daría 361.000 habitantes por curul. Con cuatro por departamento, la población máxima de uno de ellos para obtener cuatro curules sería de 1’444.000 habitantes.
Esto cubriría todos los departamentos menos 9 y Bogotá. A estos se les reparten las 20 curules para compensar por población que, descontada la de las 4 curules reglamentarias, arroja 18’325.000 habitantes: 916.000 adicionales por curul. Bogotá queda con 7 más; Antioquia, 5; Valle, 3; Cundinamarca, Atlántico, Bolívar y Santander, 1 más.
¿Qué significa esto en términos de proporcionalidad entre votos depositados en un territorio y curules obtenidas en ese departamento? Utilizando el potencial electoral del 2014, 31’265.000, el promedio nacional requeriría 205.693 votos para elegir un representante. Para marcar los extremos, en Bogotá se requerirían 456.000 votos para elegir una curul a la cámara y en Vaupés, 4.621. Un voto en el Vaupés elegiría cien veces lo que un voto en Bogotá. La propuesta agravaría en cinco veces el problema de proporcionalidad que corrigió la cifra repartidora al eliminar cocientes y residuos.
Queda el problema de la representación. La suposición de la propuesta es que si se aumenta la proporción de representantes de un sector este se beneficiara en la asignación de recursos. Pero en el país ya existe una sobrerrepresentación del sector rural en el Congreso, sin que haya tenido el efecto que asumen las Farc.
Hoy en día, la representación es para beneficiar la clientela del elegido, nutrida por la depredación de los recursos del Estado, y no la representación pública y colectiva de los habitantes de un territorio.
En ocho años, los candidatos de la Farc van a estar en la misma dinámica clientelista. Pero hay más; por ejemplo, el incentivo para comprar votos. Los 4.621 votos del Vaupés se dividen entre 9 partidos, con listas de 4 curules, 36 candidatos con 128 votos en promedio. Sin mucha imaginación, se entiende que aumentaría la compra de votos aún más, fraccionando políticamente el departamento, en contravía de la construcción de una representación colectiva tanto en el Vaupés como en otros departamentos. No se ve cómo la propuesta ayuda a transformar las costumbres electorales del país. Las Farc deberían tener en su radar la problemática de la representación.

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